Este Domingo fui a ver la exposición de Sergio Larraín en el
MNBA.
Llegué sin mucha expectativa, por que por lo general tiendo
a encontrar mal puestas y un tanto pobres la exposiciones en este museo, y
salgo con el alma mas rota que contenta. Esta vez la experiencia fue
considerablemente distinta.
La muestra de Larraín es una belleza. Su trabajo se puede gozar, ver y entender en todo su esplendor. El es de un talento que emociona.
La muestra de Larraín es una belleza. Su trabajo se puede gozar, ver y entender en todo su esplendor. El es de un talento que emociona.
Si bien yo nunca he sido muy hincha de la corriente de la foto de calle, de la foto que captura momentos precisos, me pasa algo con la foto de Larraín que me lo separa del resto.
Creo que él no se queda solamente en la captura de algo
increíble sino que apoya un momento quizás no tan notable con una fotografía
complejamente notable.
Mi admiración a Larraín va mas bien ligada a la soltura con que abraza los imprevistos y la capacidad que tiene para convertir hechos azarosos que pueden ser considerados errores, en gestos y detalles que convierten estos momentos cualquiera en escenas incomparables.
Es imposible no hacer el ejercicio de comparación con su
compañero de trabajo en Magnum, Cartier
Bresson.
Si bien ambos pertenecen a esta misma corriente fotográfica
de capturar momentos fortuitos, me parece que Larraín trabaja con una soltura
que me parece mas atractiva. Por ejemplo, si miramos una de las fotos ícono de
Bresson; la del ciclista bajando por una calle curvada visto desde arriba de
una escalera, vemos una foto de una perfección impactante no sólo en términos
correctos de composición si no también en lo perfecto del momento que captura.
Larraín tiene muchos momentos igual de específicos, pero
tiene otros que son armados por el azar. Como por ejemplo la del señor en
primer plano en la escalera del metro en Londres, o la del perro también en
primer plano en Valparaíso o la del señor borroso en primer plano con algo poco
claro que se vislumbra atrás.
A mi inevitable me parece mas interesante, por la tensión
que genera y por lo interesante de incluir el azar, el trabajo de Larraín. Me
parece que compone como los dioses; La foto de la pareja abrazada en un barco
con otro barco que se ve atrás en la esquina superior derecha, es de una
perfección que conmueve. La foto de los tres hombres en los distintos planos de
las escaleras de Valparaíso es de un balance y de una complejidad en su lectura
de planos que también confunde y conmueve a la vez.
Ver la exposición en el MNBA fue tremendamente emocionante y muy inspirador.
La recomiendo.
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